Desde que estalló la crisis social y política en Chile lo que más me ha llamado la atención es el silencio cómplice de la jerarquía evangélica. Es como si aplaudieran lo que está sucediendo, créanme que su contemplación de la masacre me da asco.
Particularmente he respondido a los comentarios clasistas y crueles del Pastor Elías Zapata, un señor que predica desde una Iglesia Bautista en Temuco que desde su muro en Facebook, justifica la represión, castiga a los que se manifiestan y quiere hacer ver que los cristianos somos una masa de ovejas meramente contemplativas y resignadas ante la injusticia del faraón.
Según la visión de este Pastor, Moisés no debió haber guiado a su pueblo hacia la libertad, Moisés debió haber seguido impasible en medio de sus lujos, mientras su pueblo era explotado, esclavizado, pues el Faraón fue puesto por Dios.
Es realmente lamentable que las autoridades evangélicas hayan olvidado que la causa de Dios es la causa del hombre.
Desde hace muchos siglos éste es un asunto muy polémico. Algunas personas ven a Dios como en la mitología griega, sentado en el Olimpo, sin interesarse por la vida de aquellos a quienes creó. Es un Dios lejano. En esa "religión" que postula el Pastor Elías sólo se busca subir hasta el cielo.
Estos “líderes” o perros del Faraón, consideran a Dios como un ente castigador, vigilante de todos nuestros pecados.
Algunos como el Pastor Elías reducen la religión al culto y a las oraciones. Es una creencia que da paz lejos de la realidad sin ningún compromiso social.
Yo opino todo lo contrario. Si nos atenemos a la Santa Palabra de nuestro Señor, vemos que sucedió un acontecimiento nuevo, que rompe con el viejo esquema y es que no es el hombre el que sube al cielo sino que Dios es quien baja a la tierra a través de su hijo Jesús preocupado por nuestra salvación y por los problemas que aquejaban a los mortales, a tal punto de sacrificarse.
No se puede separar la fe de la vida. Ambas están unidas por la realidad. Las tristezas del pobre, debe ser también la angustia de los que somos discípulos de Cristo. La oración y las obras de caridad no agotan la misión del cristiano.
Por qué la Iglesia no puede dar una educación ética y cívica? Por que no puede hacer una reflexión económica y política desde la perspectiva de la doctrina de Cristo?
El mensaje de Dios es particularmente alentador para los pobres, no podemos entonces estar alejados del sufrimiento de los que están a nuestro lado. No podemos condenar los saqueos y quemas de Estaciones del Metro si no condenamos con igual fuerza el robo de las pensiones, el abandono de los sistema de Salud y Educación. O es que duelen más los daños económicos que se le infringen a los más poderosos que los cientos de miles de personas vulnerables que murieron esperando por una operación quirúrgica que nunca llegó o por no poderse pagar un tratamiento médico.
Qué debe dolernos más: él saqueo de un supermercado, cuyo dueño puede reponer esos bienes de consumo a la brevedad, o la familia que quedó en el medio de la calle por no poder seguir pagando la casa gracias al salario miserable que percibe?
Las altas autoridades de la Iglesia, y todos los cristianos tenemos un compromiso moral y social con aquellos que sufren. La violencia de no poder llegar a fin de mes, la violencia que ejerce aquel señor de cuello y corbata que mete la mano en nuestros bolsillos, y la violencia de aquellos burócratas que ponen trabas para que el enfermo no pueda cobrar en tiempo y forma una licencia médica, ese tipo de violencia repito, es mucho mayor que la que hemos visto en las calles durante los últimos días. Fue esa primera violencia originaria la que nos trajo hasta aquí.
Seamos verdaderos discípulos de Cristo y no dejemos a nuestra gente en mano de Faraón. NO hagamos lo mismo que Poncio Pilatos, como Moisés también tenemos una misión en la Tierra.