Para algunos, el hecho
de que el tema Cuba no haya figurado en los debates de los candidatos a
Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos es una mala señal. En el
partido republicano Romney y Ryan no han mencionado una sola vez la palabra
Cuba.
Y aunque en política
los discursos o debates deben ser tenidos muy en cuenta porque suelen ser la
base de los programas de un candidato bien posicionado, ésta es la ocasión
perfecta para enviar una buena señal o un claro mensaje a los que dentro
luchamos contra el totalitarismo: los cambios deben y tienen que ser diseñados
por sus propios protagonistas.
Ya hemos visto debates concertados
entre Obama – Romney, y Biden – Ryan. No ha existido una arenga o una advertencia al tirano de turno en Cuba,
las promesas o las críticas –
en este sentido - han estado
ausentes. Pueda que el tema cubano no tenga una prioridad en políticos que
deben mostrarse convincentes ante un electorado un tanto indeciso pero que está
siendo muy claro en que su representante será aquel que maneje mejor los temas
nacionales.
Por otro lado, vemos cómo la oposición cubana aún no
está realizando los cambios en su accionar que le lleven a un mayor contacto
con el pueblo y esto a su vez está siendo hábilmente manejado por el régimen
para desacreditarnos ante los que pueden apoyarnos en nuestra lucha por los
valores democráticos.
Independientemente de quién gane las elecciones en
noviembre, la libertad en Cuba debe dejar de ser un tema de campaña en
políticos de otras naciones y a su vez debe convertirse en la conversación que
sostengamos con nuestros vecinos, en nuestra propia comunidad. Nuestra
comunidad es el espejo más fiel de las carencias y anhelos de nuestro pueblo.
Más bien la alerta debe estar en cada líder de los movimientos
que luchan contra Castro, revisar las estrategias que se emplean. Trasmitir la imagen de una fuerza unida
dispuesta a todo y que logra avances; vale más que un puñado de noticias que
sólo generan lástima comedida.
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